miércoles, 6 de enero de 2010

Al Señor de La Rosa


Cuando recién salía del colegio de monjas, a donde fui pupila toda mi infancia,
aislada por completo del mundo real, había venido de visita desde el Chaco mi tío Sabino Elbidi de Urrutia. Y quería salir a conocer Buenos Aires. Un poco más. Y aunque ignoro el motivo, y no puedo ya averiguarlo, lo cierto es que ese día terminé yendo con él a los estudios de canal 13 a ver los Sábados Circulares de Mancera. Allí, mis recién estrenados trece años, primeros fuera del convento, se asombraron y abrieron a esta parte de la vida, ante la actuación de Sandro y Los de Fuego como ante la aparición de un alien movedizo que hacía delirar a todo mi circunstancial entorno. Juro que tuve ojos de resorte como los dibujitos animados. Los años me traen la fuerza de esa imagen como una nebulosa, pero curiosamente es lo único que recuerdo de aquella larguísima tarde. Después la adolescencia me generó un ídolo que si bien se fue desvaneciendo con los años de la madurez, ya que no soy afecta a fanatismo alguno, me queda el visceral cariño por sus canciones, su simpatía, su caballerosidad y su profesionalismo en el arte.

En esta obra quiero rendirle mi homenaje de despedida a través de una recreación de esta rosa que fue parte de la escenografía de uno de sus shows y que es una de las tantas canciones que Roberto Sánchez nos dejó de regalo. La imagen original apareció en la edición digital de La Nación del 5 de enero bajo el título: “Momentos en la vida de Sandro”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario